Preparar una oposición como el BIR es una experiencia exigente y transformadora. No solo se trata de memorizar un temario inmenso, sino de mantener la constancia, la salud mental y la motivación durante muchos meses. A lo largo del proceso, es completamente normal que aparezcan dudas, bloqueos y miedos.
En este artículo recogemos las preocupaciones más frecuentes entre opositores del BIR. Detectarlas es el primer paso para aprender a gestionarlas. Y si te sientes identificado/a con alguna, que sepas: no estás solo/a.
- “No me da tiempo a todo”
La sensación de que el temario es inabarcable es casi universal. Muchos opositores sienten que, por más que estudien, no van a poder verlo todo, ni menos aún repasarlo bien.
💡 Consejo: Es mejor tener una estrategia sólida con repasos espaciados, que correr por el temario sin afianzar. Prioriza lo importante, revisa bien lo ya aprendido y trabaja con calendarios realistas, no ideales.
- “Hoy no he rendido nada”
Días de baja productividad son inevitables. Pero el problema es que muchos opositores los viven con culpa y autoexigencia extrema, como si hubieran perdido el tren.
💡 Consejo: Evalúa tu rendimiento por semanas, no por días. Un mal día no invalida tu progreso. Y a veces, descansar es necesario para rendir mejor al día siguiente.
- “Todos van mejor que yo”
La comparación con otros opositores (compañeros, redes sociales, rankings de simulacros) puede generar inseguridad, presión y sensación de inferioridad.
💡 Consejo: Tu único punto de comparación debe ser tú mismo/a. ¿Has mejorado desde hace un mes? ¿Has entendido algo que antes no? Eso es lo que importa. Cada opositor tiene su ritmo y sus circunstancias.
- “¿Y si no lo consigo?”
El miedo al fracaso es uno de los grandes enemigos silenciosos. La idea de “tirar un año a la basura” o decepcionar a otros genera una presión emocional muy fuerte.
💡 Consejo: No hay fracaso si lo das todo. Incluso si no consigues la plaza a la primera, estarás mucho más preparado para la siguiente. Este proceso te está haciendo crecer, incluso cuando no lo ves.
- “Ya no tengo ganas”
Es natural que la motivación fluctúe. Hay momentos de euforia y otros de cansancio, monotonía o incluso rechazo hacia el estudio.
💡 Consejo: La clave no es estar motivado todos los días, sino tener hábitos que te sostengan incluso cuando la motivación falla. También ayuda recordar por qué empezaste: tu vocación, tu meta profesional, tu futuro.
- “Me pongo muy nervioso en los simulacros”
La ansiedad previa a los simulacros o exámenes puede afectar el rendimiento, incluso aunque sepas el contenido.
💡 Consejo: Entrénalos como parte del proceso. Cuantos más hagas, más natural se vuelve. Aprende técnicas de respiración, concentración y gestión emocional. No se trata solo de saber, sino de saber rendir bajo presión.
- “No sé si estoy estudiando bien”
La duda sobre si el método de estudio es eficaz es muy común. Algunos opositores cambian constantemente de técnica por miedo a estar “perdiendo el tiempo”.
💡 Consejo: No existe un único método perfecto. Lo importante es que te funcione a ti. Evalúa tu evolución: si entiendes, recuerdas y aciertas, vas por buen camino. Y si algo no funciona, ajústalo sin dramatizar.
- “Estoy perdiendo mi vida social”
El aislamiento es otro gran problema. Sentirse desconectado de amigos, familia o pareja genera tristeza y frustración.
💡 Consejo: Reserva espacios para mantener tus vínculos. Una hora de calidad a la semana con alguien importante vale más que siete días de desconexión total. No estás perdiendo tu vida, estás invirtiendo en tu futuro.
- “No descanso bien, ni cuando paro”
Muchos opositores no consiguen desconectar ni en sus ratos libres. La mente sigue activa, repasando mentalmente, repasando simulacros o pensando en lo pendiente.
💡 Consejo: Aprende a diferenciar entre estudiar y descansar. Desconectar no es un lujo, es una parte esencial del rendimiento. Técnicas como la meditación, el deporte suave o el descanso digital ayudan mucho.
Conclusión: identificar la preocupación es el primer paso para superarla
Preparar el BIR no solo implica adquirir conocimientos científicos. También requiere desarrollar resiliencia, autoconocimiento y herramientas emocionales. Saber qué te preocupa, ponerlo en palabras y buscar estrategias es una forma de crecer, madurar y avanzar.
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